Una heterogeneidad de discursos.
Sí pero en torno al tema de cada mitos. En el mito de la emancipación tomo textos de Manuel Moreno, en el mito ganadero utilizo textos de El matadero, en el mito industrial no porque es una canción, bueno ahí esta el elemento brechtiano. Al hablar del tema del capitalismo es Brecht el texto citado pero no en forma directa sino como procedimiento.
También aparecen citas de otros lenguajes como la música o la plástica.
Sí, claro, la música también; en muchos fragmentos de Marathón utilizó música muy concreta. Y también la plástica. La plástica expresionista está aludida en Magnus, también elementos del cine, en esa obra Julia se arregla el pelo como Rita Hayworth, hay escenas pensadas desde la cinematografía.
Este recurso se vuelve más sofisticado en Una pasión sudamericana. Ahí hay una cita de la forma de la poesía renacentista, por ejemplo.
Estudié profundamente la octava real para el Paraíso de Una pasión sudamericana. Porque yo ahí me enfrentaba a un dilema que era que en el momento de la disolución de las palabras y la fusión de los amantes con la naturaleza, ¿Cómo lo expreso? Y ahí se me ocurrió. Lo expreso por lo contrario, lo expreso con la palabra lo más elaborada posible. Por que sino no iba a poder expresar esa disolución, me iba a ir a algo modernista y eso no tenía sentido. Hablé de la disolución de la palabra a través de la palabra lo más elaborada posible, la égloga que es la poesía del estado paradisíaco del renacimiento. La construcción poética es mía pero tomo la forma de la égloga renacentista que habla del retorno a un paraíso perdido. El paraíso del renacimiento, la Edad de Oro. También hay una cita renacentista en el poema sobre la guerra, que habla sobre un estado ideal de la guerra, que lo hace el personaje Farfarello que es una mezcla de mandolinista plebeyo y un poeta aristocrático. Es una mezcla de todo eso porque es el demiurgo, es el creador, el representante del artista, realiza una transformación artística de la realidad.
También esta muy presente el sueño como lenguaje.
Él hace una inducción al sueño. Domina a los locos a través del sueño y les infunde el espíritu de la poesía de distintas épocas, está la poesía de la égloga renacentista, el mismo se expresa en el lenguaje renacentista cuando hace esa descripción gloriosa de la guerra y el canciller responde “bueno pero eso es en Europa, acá se pelea de otra manera, en medio del barro y la fiebre”. Para contraponer esas visiones de lo bélico, lo bélico glorioso que es esa poesía renacentista que es en tercetos encadenados que usa Farfarello. Y después también está esto en los mitos de Marathón, este cuidado de la forma.

¿Qué le pareció la puesta que se hizo este año de Marathón?
Me gusto muchísimo la puesta de Villanueva, me gustó la puesta, me gustaron las actuaciones. Bueno, por primera vez pude ver al personaje de Homero Estrella interpretado por un hombre de la edad del personaje y esto le da una densidad muy grande, porque en la puestas anteriores estaba el problema de que la exigencia de bailar durante casi dos horas de espectáculo, era difícil poner a un actor de la edad del personaje. Siempre la vi con actores más jóvenes maquillados de ancianos. Así, ese personaje adquiere una dimensión poética, una densidad mucho mayor. Además es una puesta con muchos matices y detalles que es lo que a mí me apasiona en una obra de arte. Las resoluciones de cada una de las escenas son fantásticas.
Sin embargo, lo que no pudo resolver Villanueva, fue el mito industrial y por eso inclusive no lo incorporó, y eso es muy raro porque siempre fue un punto muy alto en las puestas, el momento en el que los directores se lucían. Y en la versión operística siempre era el momento del aplauso a telón abierto. Me refiero a la puesta de Jaime Kogan en el Colón que tuvo un éxito enorme de crítica y de público, al punto que en la última función, que era fuera de abono, había gente en los pasillos. Lamentablemente esas cosas quedan en el olvido
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