El erotismo reflejado en estas treinta crónicas autobiográficas del escritor chileno Pedro Lemebel es evidentemente corporal. Los amantes sienten el impulso de entregarse al otro con el cuerpo: el cuerpo es el centro de la llama. Y en el acto erótico que mantiene el personaje de “la loca” con otros hombres, lo que importa es el contacto físico. Vale entonces preguntarse: ¿Por qué la loca desea?
Quizás una de las respuestas es que todo ser humano parece sentir la necesidad de desear a otro. Sería interesante preguntarse entonces, ¿qué busca exactamente el hombre en otro cuerpo? Tal vez reinventarse. Pero es probable que busque salvarse de la soledad.
“La loca” manifiesta en varios encuentros eróticos esa búsqueda de algo que la reconforte, que le permita por momentos desligarse de esa soledad que parece formar parte de su esencia. Sin embargo, no es lo que único que persigue. En la lectura de Pájaros que besan, se puede verificar que una de las cosas fundamentales que mueve a la loca es el deseo. Y su soledad viene junto a ese deseo. Esto se refleja claramente en la crónica Se llamaba José. Cuando la loca se encuentra con este peculiar personaje, la manera de invitarlo a su hogar es la siguiente: “¿Adónde vamos?, se atrevió a preguntar. A mi casa, a mi corazón, que por esta noche relajó su tristeza al conocerte.” Aquí estas palabras dejan traslucir que aparte del deseo de estar con José, también se presenta otro elemento importante: apaciguar en los brazos del otro su propia soledad. Entonces, debe reconocerse que la loca se complementa con dos cosas importantes: el deseo y la soledad. Y quizás un dejo de tristeza que va adjunta a esa soledad.

¿Soledad del cuerpo?
El cuerpo de la loca posee un nuevo lenguaje, verbalizado a través del acto erótico. El erotismo también necesita que el cuerpo se exprese, que traduzca sensaciones. “… sin decir palabra, se dejó acariciar por mi mano champú, mi mano bálsamo, mi mano geisha…”. Es en ese momento donde se inicia el juego, y donde la imaginación cobra vital importancia en el acto. Los cuerpos verbalizan a tal punto que las acciones toman forma de palabras para el otro.
Es muy interesante mirar el cuerpo como un instrumento cerrado, opuesto a la desnudez, que propicia el acto erótico. El desvestirse es un mostrarse completamente al otro, un “este es mi cuerpo desnudo”, “este es mi lenguaje corporal”. Y la acción de retardar o apurar la desnudez también está ligada al erotismo. El personaje del rapero de la crónica Eres mío, niña, en el momento de iniciarse el encuentro entre ambos, acompañó la acción de desnudarse con una urgencia poco sensual, que la misma loca aclara: “Y se tiró a la cama desnudándose con una rapidez de emergencia”.

Erotismo en la palabra
El lenguaje es utilizado por Lemebel como un elemento para llegar a la persona amada. La misma loca lo expresa en unas simples líneas: “Por eso prefiero escribirte, para rozar las eléctricas rosas de tu pecho rockero”. La intención de la loca es tocar al otro por medio de las palabras. Pero en esta carta expresa algo distinto, a pesar de que no lo manifieste abiertamente: una sed de pensar e imaginar al otro, sin que el cuerpo esté presente. La loca piensa que recorre el cuerpo de su amado, a pesar de que el cuerpo imaginado no esté allí. Existe una distancia corporal fundamental entre los amados. Lo que pone en evidencia un erotismo sin la presencia de un cuerpo. La loca desea el cuerpo que alguna vez poseyó. Entonces rememora ese sentimiento a través de una carta: “Sólo queda tu olor a cama dulce girando en el caracol negro que me circunda mientras escribo”.
Existe un dolor por la añoranza del cuerpo, y sólo a través de las palabras, la loca puede llegar al otro. La presencia del amado se ha convertido en un deseo no realizado. Sólo queda el lenguaje erótico-amoroso con el que trabaja la loca estas epístolas.
En ambos erotismos la loca tiene un mismo propósito: incendiar al otro con palabras. Abrazarlo con el cuerpo. En Pájaros que besan lo hacía de forma presente, verbalizando la intención de estar con el otro. El Eros está representado por el lenguaje del personaje. En Bésame otra vez, forastero, la loca también enciende el Eros del otro por medio de la palabra, pero en este caso la palabra escrita. La carta es el cuerpo encendido, la llama que pende de una vela y la cual parece desbordarse. La loca es el Eros en su esencia
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